Abrazar un árbol es una terapia natural, que se engloba dentro de la balneoterapia (del latín, referente a los balnearios). Se trata de terapias basadas en la naturaleza, como el propio nombre indica: ya sea con baños en aguas termales, con baños en lodo o pasando tiempo entre árboles, entre otros.
¿Por qué abrazar un árbol?
Abrazar a un árbol es una terapia natural muy interesante. Es una práctica más antigua de lo que parece, y que muchos estudios científicos empiezan a confirmar los efectos positivos que transmiten al cuerpo humano. Los orígenes de esta práctica terapéutica son místicos y espirituales, con milenios de antigüedad.
Aunque a algunas personas les parece loco o algo que se realiza por moda, lo cierto es que abrazar un árbol es una simple acción que nos puede ayudar a sentirnos muy bien, ya que la sensación es única, y sin duda te conecta con la naturaleza y el entorno que te rodea.
Energía positiva y poder terapéutico
Uno de los principales motivos para abrazar árboles es que te llenan de energías positivas, ya que según muchas culturas el árbol es una parte central de la vida en la Tierra. Recordemos que nuestros antepasados tuvieron su morada en ellos, por lo que la conexión es ya muy antigua.
Son muchas las culturas milenarias que consideran el árbol como parte central de la vida en la Tierra. Esas creencias se consideran hoy una rica sabiduría, transmitida a lo largo de generaciones como, por ejemplo, ocurre con el taoísmo, que considera el árbol una pieza fundamental de la vida. A ellos les atribuye, además, poderes sanadores. Hay toda una filosofía alrededor de esta idea. Los poderes terapéuticos del árbol van desde cargarnos de buenas vibraciones hasta su uso como un remedio para curar dolencias, atribuyendo a cada tipo de árbol unas propiedades diferentes.
Beneficios
La ciencia detrás de abrazar un árbol
Muchas son las creencias y religiones antiguas que promovieron la práctica de abrazar árboles. Pero, más allá de estos misticismos, y quizás con algo de asombro y de sorpresa, la ciencia ha observado beneficios directos en las personas que lo han probado.
Somos conscientes que un árbol no reemplaza a un tratamiento médico ni tampoco hace milagros. Pero lo que sí aporta el contacto con árboles y plantas es una mejora a nivel físico y también mental. Este es el resumen al que llegan autores como, por ejemplo Matthew Silverstone y su “Blinded by Science”, tras recoger los resultados de varios estudios.
A grandes rasgos, la práctica (o para algunos ritual) de abrazar un árbol, ayuda a mejorar la concentración, a rebajar los niveles de ansiedad y a combatir estados mentales negativos, como el estrés o la depresión. Según los estudios, esto se debe, en parte, a las vibraciones que transmiten los árboles y que, pese a ser imperceptibles, afectan a nuestro flujo sanguíneo.
Por otro lado, la Universidad de Stanford, Estados Unidos, aseguró, en un estudio dirigido por el científico Marc Berman, que estar en contacto con la naturaleza es eficaz para tratar la depresión, incrementar la atención y mejorar la memoria. Es por ello que algunos especialistas dedicados a trabajar en la mente y el ánimo de las personas recomiendan visitar entornos verdes para mejorar la creatividad.
Según los expertos, el médico griego Galeno aconsejaba a sus pacientes pasar más tiempo en los bosques de laurel. Su colega, Paulino, recomendaba a los enfermos de epilepsia de dormir a la sombra de los tilos en flor. Mientras que Plinio prohibía a sus discípulos acostarse a la sombra de un nogal, debido a que su fuerte olor podía causar dolores de cabeza. Es que a cada árbol se le atribuyen distintos beneficios: por ejemplo, el sauce elimina del cuerpo el exceso de humedad, la acacia, sirve para equilibrar la temperatura corporal, el ciprés reduce la sensación de calor, y el pino es un potente curador.
Como bien sostenían los nativos americanos: “Los árboles son las columnas del mundo, cuando se hayan cortado los últimos árboles, el cielo caerá sobre nosotros.”
Que dices, nos vamos a abrazar árboles?
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